Tuesday, February 13, 2007

Creo que ni yo entendí éste

Estoy parado frente a una vitrina y recuerdo la época en la que cargaba a todos lados una libreta para escribir en esos ratos de oscio e inspiración que suelen presentarse a lo largo del día en lugar de escribir mis pensamientos en hojas sueltas de papel que finalmente acaban perdidas en algún lugar. Observo una libreta de trabajo de un "artista" mientras recuerdo la portada que tiene plasmada una obra del "maestro de los bigotes extravagantes": Huevos en un plato sin el plato. Aunado a estos recuerdos se agrega una voz: Remember when you were young, you shone like the sun y tomo la decisión de retomar la costumbre de cargar una libreta específicamente para mis pensamientos, para plasmar los senderos luminosos o sombríos que recorre mi mente día con día, estoy perdido en mi propio interior cuando suena el teléfono y me regresa a la realidad: "Ya terminé, ¿dónde te veo?" Quedo de verla frente al Palacio de Bellas Artes dentro del cual estoy y me dirijo a la salida, no recordaba cuánto me molesta salir de este lugar cuando aún es de día, el regreso a la realidad es demasiado repentino; el ruido, los tumultos, el reflejo del sol sobre el blanco mármol.

Aún cuando no tengo a la mano una libreta trato de recordar el torrente de pensamientos que fluye cual cascada para plasmarlo más tarde al llegar a algún lugar donde pueda sentarme tranquilamente a dejar que mis dedos tecleen todos y cada uno de ellos, pero siempre es mejor hacerlo en el momento en que las ideas aparecen. Quién sabe, tal vez sea peligoso plasmarlas en papel, tal vez sea algo que nadie deba ver jamás, tal vez ni siquiera yo esté listo para releer las páginas en algún momento, pero lo siento como una responsabilidad para conmigo mismo que no puedo eludir, que no quiero eludir. Quiero entregar mis ideas en un registro fiel que perdure en el tiempo, tal vez se pierdan para siempre, tal vez el mismo tiempo se encargará de que alguien, tal vez yo, las encuentre en algún otro momento, eso no me toca a mí decidirlo, pero no quiero que sean tan solo pensamientos etéreos y efímeros que se pierdan en una mente desde donde nadie pueda aprovecharlos, si es que de alguna forma son aprocechables.